De izq. a dcha.: Lucía Dominguín, la actriz Lucía Bosé, el cantante Miguel Bosé y la modelo Bimba Bosé. Gtres
Llevo días asistiendo a espectáculos en directo sobre los avatares de una familia especial. Desestructurada, pero especial. Es la familia Dominguín, apellido repudiado por sus propios miembros, que se hacen llamar Bosé. La razón es simple: Dominguines hay muchos, en cambio, Bosé solo están ellos. Y entre ellos no consta de ningún Papa, ningún premio Nobel y ningún genio del Renacimiento.
Los Bosé entroncaron con los Dominguín por el amor de una mujer, como diría Silva "lamoroso", penalista de Roca Junyent. Se llamaba Lucía Bosé, era italiana, había sido miss y estaba llamada a convertirse en matriarca de una generación de "ni-nis" (ni estudian, ni trabajan) que acabarían vendiéndose a la televisión por un plato de lentejas.
Todo había empezado años atrás, cuando Luis Miguel Dominguín, el torero más sobresaliente de la saga, se enamoró de Lucía Bosé y la incorporó a su vida y a sus milagros. La bella italiana abandonó así su carrera de actriz de cine para iniciar un futuro lleno de incógnitas en España. Todo parecía excitante y maravilloso.
Formaban una atractiva pareja que iluminaba la sombría España de la época. Luis Miguel era un guapo con ínfulas de macho man y currículo de 'latin lover'. Lucía, por su parte, era una esposa celosa e indómita que hizo buenas migas con lo más granado del franquismo. Tuvieron tres hijos y acabaron tarifando. El regresó a las andadas y ella se quedó con los niños.
Miguel, Lucía y Paola Dominguín Bosé crecieron envueltos en la aureola heredada de sus padres. Eran fotogénicos, risueños y un poco holgazanes y, aunque debían su estrella al apellido Dominguín, decidieron llamarse Bosé porque así lo había dispuesto la madre.
Los niños Bosé, pese a su educación, jamás hicieron nada de provecho. Estudiaron lo justo y sacaron tajada de los contactos que les había brindado su padre cuando todavía formaban una familia unida.
La mayor, Lucía, contrajo pronto matrimonio y se dedicó a procrear y a correr mundo. Dos hijos tuvo de su primer marido, un italiano con el que emigró a México, y dos de Carlos Tristancho, el segundo marido. Bimba y Olfo, vástagos del primer matrimonio, son los más conocidos. Olfo es Rodolfo, está separado de una rusa y goza de tiempo libre para ir a la tele a meterse con su familia, lo que le reporta algunos beneficios. Bimba es Bimba Bosé, una especie de animal mitológico que se abrió paso en la moda de la mano de David Delfín. Mitad top model, mitad caballo, tiene un hijo que ha hecho bisabuela a Lucía Bosé, vive separada de su marido y es tan borde como su tío. En Valencia, apartada de todos y tocando madera, vive Paola Dominguín, ex modelo, ex diseñadora de joyas y ex pareja de José Coronado, con quien tuvo un hijo, Nicolás.
Tío solo hay uno. Es Miguel Bosé, el guaperas que se dedicó a la canción porque hacía juego con su belleza. Miguel Bosé vivió en los inicios de su carrera un éxito fulgurante. Era un adolescente andrógeno que salía al escenario con faldas porque le gustaba confundir, pero acabó demostrando que el confundido era él y se dispersó. Ahora Miguel Bosé hace los niños a pares y vive enclaustrado en la casa familiar de Somosaguas, de la que él es propietario único. Ha dado sobradas muestras de ser el más mandón, el más soberbio y también el más antipático de todos.
Los Bosé tienen fama de engreídos. Siempre creyeron que la vida les sería fácil porque venían de una gran estirpe, pero se equivocaron. Hoy no aceptan la fatalidad que les ha caído en suerte y se pelean unos con otros. Son una familia desestructurada.